TITULO:	El lector
AUTOR:	Bernhard Schlink
AÑO DE PUBLICACIÓN:	1995
CANTIDAD DE PAGINAS:	203
ESTRELLAS:	★★★★✩

Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de criminales de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó...



Cuando me enfrente a esta novela note desde sus primeras páginas como su lectura iba a tornarse distinta, no solo por la historia poco convencional, sino también por la forma de escribir del autor. En cada capítulo nos adentramos en la vida de los personajes, en sus pensamientos y en la triste realidad de la Alemania nazi. Me gustó mucho la historia ya que no fue para nada predecible, se mantiene todo el tiempo muy entretenida y es de lectura rápida. Contiene un vocabulario sencillo considerando el tiempo en el que se publicó, debe ser leído con precaución por sus escenas explicitas y chocantes en algunos casos. Recomiendo mucho esta novela por su gran contenido psicológico y por el mensaje que nos deja acerca de la lectura.

Frase destacada

“Pensé que cuando se ha dejado pasar el momento justo, cuando alguien se ha negado demasiado tiempo a algo, o se lo han negado, ese algo por fuerza llega demasiado tarde, por más que uno lo acometa con todas sus fuerzas y lo reciba con gozo. ¿O quizás no existe el << demasiado tarde>> solo <<tarde>> es mejor que <<nunca>> no lo sé.”

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